ASÍ TE RECUERDO
Doblegada la espalda, los ojos fijos y los dedos apretujados, empujando las telas.
Ese traqueteo incesante acunó los atardeceres de mi niñez.
Momentos de una vida que nunca llegó a ser.
Sentada frente a ella, en la habitación en penumbra y con nuestras sombras gigantescas dibujadas en las paredes. Sólo viendo tus dedos iluminados. En silencio.
Absorta por el destino. Tratando de adivinar en tus ojos alguna señal que rompiera con lo establecido.
De palabras escasas, como las flores del patio.
Satisfacer lo primero era lo acuciante, pues tiempo no había
-¡Estudiá!!! Para que no tengas que hacer la misma vida que yo!-
Como aguijón.
Como aguja caliente penetró en mi alma estéril.
El desasosiego se escondió en mí, huyendo ante el temor de ser descubierto.
_ ¿Es qué hay otra vida?-
Rudas, como la verdad exhortada.
Profundas, como la hoja del arado rompiendo la tierra lisa.
Señeras, como estandarte de vida.
Así te lloro madre mía.
Por lo que fue y no pudo ser.
Por lo que no te di y debí darte.
Por las caricias que guardé y se secaron.
Por el amor prodigado, que se me escapó como agua entre los dedos.
Por esta alma estéril, que no supo iluminar tus días.
Vilma, 29/8/11